lunes, 10 de noviembre de 2008

« A veces hasta el más idiota merece un poco de amor, y si es el tuyo mejor; porque el tuyo es el mejor. El sol y la luna se fundieron sin miedo en tus ojos. Y para encender a esos ojos el pecado es el que más te ayuda. Le agradezco a mi santo, el de los que no se creen ninguna; por haberme engañado otra vez y dejarme a tus pies como un ciego que busca y encuentra, después de perderse hasta enloquecer »